martes, 13 de septiembre de 2011

Determinación

El niño camina y piensa.
En sus manos sostiene la vela de débil pabilo y de luz incierta.
Una mano pequeña cubre el sueño de cera y trata de impedir que el huracán sombrío apague la luz para siempre, sumiéndolo en la desesperación... En la oscuridad...

Cuanto más cubre la vela, más débil arde. Cuanto más débil arde, más oscuro es el camino. Con la oscuridad, aumenta la desesperación.

El niño ya no avanza, cansado de trastabillar en la semipenumbra. Se acurruca y cubre la vela con su cuerpo casi desnudo y cuajado de harapos.
Ya no avanza.
Sólo piensa.
No puede decirse que viva.





Me alegré de ver al niño tiempo después. Esperaba encontrarlo acurrucado y prieto, avivando el fuego en la penumbra hostil.
Me alegré de su paso seguro por el camino blanco, me alegré de su desnudez.
Me alegró ver que ya no tenía la vela.

El niño avanza y piensa hoy.
El niño brilla...

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