Metálicas notas.
Infinitas notas.
Melodías de eternos resplandores, que brillan en el firmamento de las ideas, engarzadas en los anillos de los Dioses. Clímax planetario soñado por Holst en una suite de ternura extrema.
Mis oídos estaban llenos de música. De la música que embellece e ilumina los abismos sempiternos de nuestra alma, que nos trae redención y gloria, que trepa las escarpadas colinas del espíritu humano y nos eleva hasta que en un orgasmo hecho de rayos de sol... descubrimos que estamos arriba del tren, que al señor de al lado le preocupa que el Rojo volvió a empatar, y que nos acaban de afanar el walkman.
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