Yo vivo Acá. Todos los demás, en la Vereda de Enfrente.
Acá no brilla nunca el sol, son los edificios. Demasiado altos.
Todo lo que tengo es oscuridad.
Y sombras.
Particularmente prefiero la oscuridad, cuando me encuentro en la oscuridad no pienso que hay un sol vedado para mi. Y en la noche, las tinieblas son para todos por igual.
Me gusta pensar que a la noche nuestras veredas se acercan; hasta que los cordones se rozan apenas, y parece que hay que dar solamente un saltito para estar del otro lado.
Pero... Apenas los rayos de la mañana acarician la Vereda de Enfrente; se muere la fantasía.
Porque ahí sí que brilla el sol, ¡Y cómo brilla!; ahí todo es dorado y hermoso, la gente buena y las mujeres… bellas. Y uno puede regocijarse viendo a las personas pasear, comprar y saludarse.
El día es terrible. Al dar el sol contra la calle, el asfalto parece fundirse y amenaza con correr como un río incandescente. Y nuestras veredas se alejan tanto como nuestros mundos, dejándonos las penumbras para que no sepamos de que color es nuestra piel. Para que tomemos conciencia de lo frío, lo oscuro y lo solitario que es vivir Acá, como vivo yo; debajo de un farol quemado.
En los términos correctos no estoy solo, somos varios los que vivimos de este lado, pero no nos interesamos; yo mismo sé que hay otros sólo porque los vi con el rabillo del ojo en un par de ocasiones.
En realidad, todos queremos mirar al frente. De día agudizando la vista para no perder detalle, y de noche con locas ideas de cruzar nuestra calle sin vuelta a la manzana.
Sabemos que es un sueño, poco más que un anhelo; no tengo que espiar a mis esperanzas perdidas para demostrármelo. Y no querría llevar mi oscuridad (mi vergüenza) y la palidez de éste lugar allí, en donde todo es glamoroso.
Somos parte del folklore, personas de un lugar que los adultos usan para asustar a los niños.
Quiero que llegue la noche, demasiada envidia y fascinación para este día. Quiero dormir un poco, quizás sueñe que ya no vivo Acá, y entonces veré al sol sobre mi cabeza, y podré ensayar eso que llaman sonreír.
Y quizás, quizás por unas horas; sea feliz.
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