miércoles, 16 de noviembre de 2011

Compre Felicidad

Parece ser que las únicas cosas de las que podemos disponer son aquellas cosas que hemos comprado. Eso nos da una falsa sensación de poder, que orbita alrededor del dinero y que hace que nos pongamos furiosos cuando algo por lo que hemos pagado, no resulta ser como imaginamos.

La absoluta falta de trascendencia en nuestras vidas, la angustia, el eterno intentar vivir en un presente placentero, hace que un colectivo que llega tarde, una sopa que viene fría en el restaurante o un equipo musical fallado desaten nuestra frustración. El sistema nos traiciona. No tenemos ni siquiera eso. No tenemos ningún tipo de control sobre nuestras vidas, ni sobre nuestras acciones.

La falsa sensación de elección es elegir qué comprar. La falsa sensación de definir el rumbo es decidir hacia qué lado saco una foto, mientras otros manejan el barco a su antojo. La falsa sensación de trascendencia es acumular bienes materiales que poder dejarle a nuestros descendientes. La vida se convierte en una fachada, en un disfraz, en un eterno presente de placer y acumulación y de acumulación por placer.

La sistemática eliminación del pasado tiene un objetivo, que imagino aún más perverso que el retratado por Orwell en 1984. En 1984 se modificaba el presente haciendo que un pasado cambiante ayudara a aturdir a las masas, retorciendo su memoria. El sistema actual procede a la total eliminación del pasado, y a la absoluta relativización del futuro. El pasado directamente no importa, no hay que modificarlo. El pasado no existe o en su defecto tiene la misma importancia de un manual de instrucciones. Tiene algún tipo de sentido utilitario, pero no más que eso. El futuro está infinitamente lejos y es incierto. Nada de lo que haga hoy podrá mejorarlo. El objetivo no es tener una masa obediente que haga todo lo que se le ordena. El objetivo es tener una mayoría inactiva. Absolutamente improductiva desde el punto de vista creativo.

El objetivo no es instalar la obediencia, es eliminar la voluntad. Es producir robots. El robot no obedece, así como no obedece una licuadora: es una máquina. No tiene iniciativa. Su pasado no es más que el camino tecnológico que llevó a generarlo y su futuro es el descarte por un modelo mejor.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Me encantó, coincido totalmente y me sentí identificado con tu forma de pensar. Me gustó mucho además la forma cómo lo describiste.

Te invito a que pases por mi blog, escribo historias de ciencia ficción. Es nuevo, pero espero tenerlo activo durante mucho tiempo.

http://historiascamaleon.blogspot.com/

Saludos.

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